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Crónicas de la Nada

Las mentiras de la Luna

Las mentiras de la Luna

Se veía hermosa, como siempre.

Unos mechones de cabello -¿o serían nubes?- caían sobre su rostro y le daban un aura encantador.

Se había escondido para todos esa noche de viernes, y mientras el mundo lloraba su ausencia, me dedicaba la mejor de sus sonrisas. Sólo para mi.

Para mí, esa noche, no había eclipse de Luna. Ella me regalaba su noche, su mirada, y hasta sus besos.

Reviví ese idilio de tantos años, y ambos dejamos que por unos momentos la locura nos envolviera, para fundir voluntades y deseos.

Luna, Luna. Siempre tan bella en esas noches cuando resplandeces en mi Cielo.

Por la mañana, al despertar, Ella seguía ahí. Caminamos juntos un leve tramo de la vereda de la Vida, pero el día había desdibujado el fulgor de su sonrisa.

Ahora se veía opaca, prejuiciosa.

La ví, ahora en el otro extremo de mi Cielo, y tendí mi mano en busca de la suya.

Ya no era mía solamente. El Eclipse había terminado, el amanecer dominaba y Ella se dejaba ver otra vez por el mundo.

- Olvídalo, me dijo seria. 

¿Y lo de anoche? -repliqué - No me digas que fue fingido.

El sazón de ironía que le puse a mis palabras se diluyó ante su sonrisa, otra vez reluciente.

-Sí -mintió descaradamente- fue fingido.

No tiene remedio. Así es Ella. Encantadora de todos modos.

-Luna, Luna, eso no es cierto... 

Y también sonreí.

Aún desvelada, la Luna me respondio retadora.

- Ah, ¿y quién te lo dijo? ¿Un pajarito madrugador?

- No, me lo platicó una mariposa que revoloteo en tu estómago.

El silencio fue su respuesta. Sólo me lanzó una mirada llena de ternura, y siempre coqueta, se fue a dormir.

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