Blogia
Crónicas de la Nada

Tesoro ajenos

Tesoro ajenos


Apenas tenían unos minutos en la banqueta, cuando apareció el hombre con su bicicleta y se detuvo a verlos.

-Están buenos, todos funcionan- le dije al ver con que deseo miraba los aparatos modulares que recién había dejado como basura.

Se acabaron sus dudas, y suavemente, casi con amor, fue tomando cada uno de los aparatos, las bocinas, los cables, y colocó todo junto a su triciclo, ya lleno de cartón dulcemente acomodado.

- ¿Y por qué los tira?Pude decirle que estaba descombrando la casa y la vida, que para mí era basura aunque para él fuera un tesoro, o que simplemente de tanto estar escondidos, habían terminado por no ser importantes para mí. 

Opté por la verdad. - Ya no los usaba. Y terminaron por estorbar.

El hombre miró con tristeza hacia el infinito. - Así pasa, a veces hasta uno termina por estorbar en la vida de alguien donde antes era indispensable.No quise pensar qué quiso decir.

Lo ví acomodar el cartón que llenaba su triciclo y luego colocar cada aparato modular. Entré y le traje otras cosas. Una máquina de escribir eléctrica, un corralito para bebé, y no sé que más, viejas unas, obsoletas otras, pero todo funcionando.

Lo que ya no nos sirve en la vida, termina por ser basura, pero para otros es un tesoro.

Se fue feliz, y no sé si por la oportunidad de ganarse unos pesos vendiendo todo o porque tendria música en su vida con los mismos aparatos que para mí se apagaron sin remedio.

Conforme se alejaba, pensé en el sinfín de cosas inservibles que tengo en los cajones, y cómo algunas nunca se irán, como la maltrecha armónica, mis cámaras fotográficas, los libros deshojados, porque cuando amas algo, nunca lo desechas.

0 comentarios