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Crónicas de la Nada

Vida y Muerte

Vida y Muerte

Cuando Caín dejó caer sobre Abel todo el  peso de su rencor y enojo en esa quijada de burro se convirtió en matricida.

Fue Abel quien cerró los ojos para siempre, pero fue Eva quien ya no pudo vivir. Caín la mató dos veces.

Eva perdió la alegría que siempre se veía en sus ojos; la sonrisa se convirtió en una mueca agradable, pero sin sentido; todas sus noches vieron llover lágrimas; la vida se convirtió en una infame prisión.

Perder un hijo mata. Eva perdió a dos en el mismo momento.

Y ya no supo cuál despertaba mayor dolor, si la ausencia del hijo que estaba ahora en el regazo del Señor, o el martirio de no saber dónde estaba Caín,  ni qué sufrimientos y remordimientos cargaba su otro hijo.

Dios no da explicaciones,  y la mente humana no siempre encuentra respuestas.

Eva vagó desde entonces por la vida, tuvo otros hijos que le dieron alegrías, nietos que la despertaron, y mucha descendencia alcanzó a ver antes de partir a reunirse con su hijo.

Pero nunca desapareció ese doble dolor, y muchas veces aplastaba las euforias nacientes.

Una gran parte de ella, había muerto dos veces y sólo le quedaba la vida necesaria para caminar.

Adán veía todo eso y terminó por resignarse a la soledad. Siempre estaba ahí para cuando Eva lo necesitará, aunque supiera que Eva ya navegaba en un mundo propio.

Una tarde que caminaba siguiendo los pasos del sol en el ocaso, Adán sintió que Dios caminaba junto a él. El Señor está en todas las cosas, pero el hombre poco lo ve, y menos aún lo percibe. Y sin embargo, está en la efímera belleza de la flor, en la sonrisa de un niño, en las ilusiones de las adolescentes, en la paz de los viejos, y en cada paisaje que la Naturaleza nos regala. Es tan Grande, que puede estar incluso en lo prohibido que se hace con Amor.

Adán pensó mucho, hasta que decidió preguntar: ¿Por qué?

No ocupaba decir más, Dios comprende.

- La Muerte no existe, Adán, es sólo el reflejo y la personificación de nuestros miedos.

Adán entendió. Morimos cada vez que los miedos vencen.

- La ausencia duele cada día, Señor. y mucho.

- La eternidad es inmensa, Adán. Y ahí todos están.

Dios sonrió. Ni la misma Madre de Dios dejaría de sentir el pecho traspasada por la espada del dolor. Eva, con su dolor, sólo iniciaba el proceso de la Salvación.

- Y la Vida, como el Amor, siempre se impone. 

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