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Crónicas de la Nada

La Vida que aparece

La Vida que aparece

Nada se ve a lo largo del pasillo del parque.

Es un sendero desierto, hecho de concreto, olvido y mucho polvo, por donde sólo unos pocos se atreven a caminar a media mañana, porque entre el calor y el sol matutino, acaban con las energías de todos.

Me gusta la cuasisoledad del lugar, porque se puede caminar, trotar e ir pensando en los misterios de la vida y las casualidades que la van formando.

Pero la Vida -y la Vida es Dios- me hizo voltear un día hacia el suelo, donde corrían infinidad de hormigas en su trabajo diario de llevar comida al hormiguero.

Un suave canto me informó que las aves también andan por el lugar. Y un zumbido perenne descubrió chicharras y otros insectos entre la tierra y el pasto que circunda el sendero.

No hay soledad en ningún lado porque hay Vida en todos lados. Incluso entre los recuerdos.

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