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Crónicas de la Nada

La Espera

La Espera

Imagino que un día mi cuerpo será viejo, y ya no le hará caso a mi mente, no la escuchará cuando ésta siga insistiendo, ignorante del  tiempo, en aventuras reservadas a los jóvenes. Ah, ambos tan tercos, que no se darán cuenta que los años terminan un día por pesar.

Y estaré en casa, solo, esperando la llegada de los hijos, de los nietos, de Ella, que andará divagando sobre las mariposas en la cocina o buscando el molcajete que yo nunca pude hallar. O andará lejos, con sus amigas, en el viaje de los recuerdos, en su mundo propio al que no debo entrar.

Un poco de música pasada de moda. Un tequila o un ron, si la ciencia lo permite, aderezado con una cerveza fría. El fuego  arderá e irá consumiendo el carbón, hasta que obligue a poner sobre el asador el menú preparado para aquellos que no han llegado.

Desde hace tiempo, cada sábado o domingo, el carbón arde en el hogar. A veces me acompaña solamente la música mientras las llamas centellean y rompen el frío de la noche. Y el pensamiento de Ella, que andará perdida en sus cosas seguramente, lejos, en su propio mundo. Yo la espero. Sé que llegará, porque es parte de mi vida, casi de mi cuerpo, siempre de mi mente.

Dicen que el amor se va hilado de pequeños momentos, de pensamientos cruzados, de historias compartidas. Esas se hacen con la convivencia. El Amor -con mayúscula- se forja en las penas compartidas. En el apoyo mutuo para solventarlas. Aunque cada uno tenga su vida, en los momentos donde se cruzan, se va tejiendo esa red que nos atrapa o nos salva  cuando caemos.

Hay amores que se forjan en la juventud primera. Cuando los 16 años son esplendorosos y llenos de ilusiones. Otros, llegan en la madurez, cuando pensamos que todo se agotó.

No importa cuando nazcan. El amor es amor. El que sientes por la adolescente tierna que se abraza a ti en la noche  fría, mientras sus ojos se pierden en la oscuridad, para asegurarse que nadie  vendrá a reprenderla. Y el que sientes por la media centenaria, que se abraza a tí porque sabe que encontrará consuelo, comprensión, amor, y un poco de complicidad en la intimidad-

Que dicha cuando es la misma. Qué suerte, cuando puedes reencontrarla. Que felicidad cuando el encuentro estaba pospuesto por la Vida.

No importa cuando llegó a tu vida. Sabes que al final, cuando la vejez nos deja solos, Ella estará o llegará al filo de la tarde noche. Así lo creo. Así lo espero.

 

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