La personalidad del café
Hay mañanas en que el café tiene un sabor especial.
No hay cambios en el protocolo, simplemente es diferente. La misma cantidad de agua, la misma cuchara, el mismo número de cucharadas que van cayendo sobre el filtro de la cafetera. El mismo tiempo, pues lo domina el ritmo que ya tiene el aparato.
Pero el sabor es más pleno, y queda en el paladar una suave sensación de placer que se extiende hacia el futuro inmediato, y va entrando en cada arteria, hasta llenar de alegría todo el cuerpo.
A veces empieza con el aroma, cuando la cafetera resopla buscando el punto ideal para la temperatura del agua, y extiende los olores por la cocina, primero, y después a toda la casa, se mete bajo las sábanas para despertar a quienes aún duermen, hurgando con su hálito sus sentidos para arrancarles la pereza, y los invita a acudir al ritual de la primera taza de café.
Otras, en la espera. Cuando las teclas de la computadora encuentran el ritmo perfecto para hilar las palabras que luego formarán una historia, o un artículo que quizá no cambie el mundo, pero termine por dar una idea de cómo es a alguien que no lo sabía.
Otras, inicia entre las páginas de un libro. Mientras la vista recorre páginas y páginas, en busca del entendimiento o el final de una historia.
No hay en realidad, nada especial para que el café adquiera ese sabor especial que algunas mañanas me regala. De hecho, no lo descubro sino hasta que la taza va vaciándose, y queda la sensación inexplicable de que un buen amigo está a punto de irse.
Es el mismo sentimiento que me embarga cuando llegó a las últimas páginas de un buen libro. Entonces, como cuando veo agotarse el café de mi taza, quisiera detener el tiempo, o que se repitiera en ella el milagro de la multiplicación de los panes y el pescado. Pero en versión cafetalera.
Podría rellenar la taza. Pero se pierde el encanto. No es el café en sí lo especial, sino esa taza de café. La próxima, aunque la infusión sea hermana de la primera, tendrá su propio sabor, quizá tan bueno como la primera, pero diferente. Cada una es única. Y las disfruto igual, pero cada una a su tiempo, para brindarles ese valor único.
Es difícil saber en qué consiste. Pero da igual. Lo importante, es la oportunidad de vivirlo y sentirlo.
1 comentario
Emily -
Felicidades!