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Crónicas de la Nada

Una noche con el Viejo

Una noche con el Viejo

La noche era joven cuando empezamos, y ya se caía de madura cuando nos fuimos.

Platicamos de mil cosas, y de nada. Perdimos la cuenta de los minutos que consumió el reloj en nuestras vidas, de las cervezas  y el tequila que nos tomamos. No debieron ser muchos, porque recuerdo cada instante de esa noche.

Se quedó en mi memoria, como una noche especial, platicando con el Viejo de las insignificancias del día, que afín de cuentas, son las cosas de la vida.

Fue inesperado, porque no estaba en la agenda. Debió ser uno de esos renglones torcidos en los que Dios nos mete a cada rato. Unas horas antes, estábamos con Hugo, el amigo que despedía a su padre. Un adiós, siempre doloroso, porque seguramente en ese instante prevalece la memoria de las ausencias que tuvimos en la vida de los viejos.

Aunque no sea así. Cada uno tiene su vida, aún los hijos se van separando de los padres, para construir la suya propia. Dejamos de ser un satélite para convertirnos primero en cometas, que vagan por el universo, y vuelven a casa de cuando en cuando.

Luego, nos volvemos planetas, autónomos, pero girando de alguna manera alrededor del Sol.

Pero también el Sol, que es una estrella, se apaga. Y entonces, debemos tomar su lugar.

Nos volvemos historia viviente de ellos, que se proyectan a futuro a través de nosotros y luego lo haremos juntos a través de nuestros hijos.

Es la ley de la vida. Pensaba en eso, cuando la agenda cambió.

El Viejo llegó y a duras penas pudo subir los escalones que llevan a mi guarida. De premio, le conseguí un par de canciones de sus tiempos.

 Y ahí, acompañados del viento de la noche, y con mis montañas de testigos, –porque las montañas son de quien la admira- la vida nos dio la oportunidad de convivir otra vez.

Platicamos de música, de los hijos, del pasado, del futuro. De todo y nada.

Como dos amigos, que comparten una cerveza y el trozo de vida que se encapsula en una noche. Como el padre satisfecho de su trabajo, y el hijo que está listo para asumir lo que la Vida le envíe.

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