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Crónicas de la Nada

El árbol navideño

El árbol navideño

Cada día, muere un poco.

Aún se yergue majestuoso, aún encienden sus luces, aún tienen brillo sus hojas, y sus adornos todavía le dan un toque de alegría.

Cada día muere un poco. No puede evitarlo, porque no es el agua que se le rocía por las mañanas, ni los brillos y colores lo que lo mantiene vivo. Es la ilusión, y esa, se va apagando rápidamente, hasta acabar con él.

Hace unas semanas, era hermoso, y al llegar a casa, a pesar de su tamaño, pronto encontró un lugar en medio de la sala. A nadie le importó que estorbara el paso, o que cubriera la mitad de la televisión pegada a la pared.

Era víspera de Navidad, y el visitante fue recibido con alegría y hasta devoción. Sobraron manos que le aportarán una guirnalda, una esfera, unas luces. Todos pelearon por poner la estrella nueva en la punta del árbol.

Luego, se sentaron a admirar la obra, tan parecido a los otros el barrio, y al mismo tiempo tan distinto, con una personalidad muy propia, muy de familia. Hasta lo vieron tan enorme como el que pusieron en medio de la plaza de la ciudad, tan grande como un edificio.

Eran tiempos felices. Vinieron después las fiestas, los regalos, la cena de Navidad, de Año Nuevo, se abrieron las sorpresas, y el árbol navideño fue quedándose a un lado, ignorado, y de pronto, comenzó a estorbar el paso, no dejaba ver la televisión con comodidad.

Ya no despertó ilusión en los corazones, ya no despertó sueños adormecidos. Ya no tuvo caso su presencia en el hogar.

Como los grandes deportistas, deberá saber retirarse a tiempo. Ya enmudeció y sus luces ya no se encienden por las noches. Es casi un cadáver.

Sólo que no muere del todo. Deja impregnada su presencia en los recuerdos, y al año siguiente, resucitará el deseo, y volverá, envuelto en otro follaje, a adornar el centro de la sala.

 Y otra vez su enorme corpachón felpudo no estorbará, y otra vez se encenderán las luces, y otra vez se llenará de regalos, de buenos deseos, de felicidad para todos.

Es la Navidad que se va. Es la Navidad que volverá, convertida nuevamente en árbol lleno de luces y esferas.

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