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Crónicas de la Nada

Añejamiento

Añejamiento

Siempre van los dos, solos, no tan juntos que puedan tropezar uno con otro, pero tampoco tan separados que no se puedan alcanzar a dar la mano.

Ella, siempre con sus libros. A veces él los carga, mientras ella lo escucha. a veces ríe, seguramente de algo gracioso que él le dice.

Si fueran más jóvenes, parecerían novios. Aunque él nunca la toma de la mano, ni ella se apoya en su brazo, se percibe la unión perecedera, inalámbrica, como dirían los muchachos de hoy.

Los he visto juntos por tres décadas, desde que ella era una adolescente que cada tarde lo esperaba a la vuelta de la casa.

Niños nosotros, los veíamos como parte del paisaje. Ella, hermana del amigo de juegos. Él, nunca supe como se llama.

Pero ahora los veo por las mañanas, cuando seguramente él la acompaña a tomar el camión que la lleva a la escuela donde da clases. Igual que entonces, forman parte del paisaje humano que le da escenografía a m vida.

Nunca los ví apasionados. Ni siquiera cuando eran más jóvenes. Ahora, tres décadas después, su amor tiene esa madurez que le va dando el añejamiento.

Para tomarlo en copa de cristal, como los buenos vinos.

 

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