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Crónicas de la Nada

El Mono de nieve

El Mono de nieve

El extraño visitante apareció de pronto en medio de la pista de hielo.

Parece que la caminata le dio calor, y lo mejor que hallo fue ese lugar, donde la temparatura era de cero grados, justo el punto de congelacion que nuestro amigo necesita para no perder la compostura.

Entre el frío, estaba a sus anchas, ignorante por completo de que mientras él disfrutaba del paisaje urbano, en las zonas altas de la sierra, la gente lo buscaba.

Cientos de regios salieron a buscar la nieve, para jugar y crear monos de nieve, pero esta vez, el mono de nieve, llegó a la ciudad.

Tal vez siguio el ejemplo de los osos, y decidió llegar a la ciudad, buscando el frio.

Aunque los muchachos que cuidan la pista de hielo en la plaza santacatarinense, aseguran que ellos lo invitaron, con su imaginación.

Nadie supo cómo llamarle a nuestro curioso amigo.

Como todo mono de nieve que se respete, llegó muy elegante, aúnque de su abrigo sólo se veían los botones. Y en vez de sombrero de copa, sólo alcanzó un cono, de
esos preventivos de la vialidad.
La sonrisa no podía faltar, ni sus brazos, hechos con ramas, abiertos y listos para repartir abrazos en señal de amistad. Si le faltaba simpatía, su nariz de zanahoria, la suplía.

A todos cayo bien, pero el tiempo, que no perdona, solo le dio tres dias para vivir entre nosotros.

Cuando salga el sol, se derretirá en el olvido.

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