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Crónicas de la Nada

A la izquierda

A la izquierda

El evento no empieza, porque parece que lo planearon con el clásico horario mexicano: a las ocho y media para empezar a las nueve. Y sí, empezó puntual, exactamente a las nueve de la mañana.

Mientras digeríamos la espera, vemos a la gente llegar. Casi todas son mujeres, que al ver las cámaras sonríen coquetas, se peinan y hacen un mohín como el que piensan hacen las artistas. Las cámaras subyugan y despiertan ilusiones.

Por un momento son adolescentes cuarentonas o cincuentonas que sueñan aunque sea con cinco minutos de fama ante las cámaras y luego ante las pantallas. Llegar a su barrio, a su escuela, a su centro de trabajo y escuchar golosas: te vi en la televisión.

Para ellas es algo inédito y cautivante, a pesar de que el camarógrafo en ningún momento hace el mínimo esfuerzo ni intento para que la lente las capte.

Aún así todas coquetean con la fama, y las más tímidas -aunque a esa edad es casi imposible encontrar a una dama tímida- se limitan a preguntar cómo llegar al recinto.

Tienen la esperanza de que les muestren el camino a sus cinco minutos de fama, pero en lugar de eso, un edecán muy amable les señala el camino siempre con la misma frase: Sube y a la izquierda.

Explicación que quizá va de más, porque a la derecha no hay nada más que pared, simple y llanamente pura pared.

 

Noviembre 20 de 2009

 

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