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Crónicas de la Nada

El Abstemio

El Abstemio

-Ya no bebo

La confesión abrió las risas de todos. Tan espontáneas como un estornudo en una mañana otoñal.

El buen Beto había pasado la vida bebiendo, en noches de parranda a veces interminables, o en tardes de anécdotas repetidas hasta el cansancio, por el simple gusto de hacerlo.

No hubo nunca de su parte un no a cualquier invitación, viniera de donde viniera. Eran proverbiales las borracheras en el gremio, y ninguna estuvo completa si no estaba Beto,

-Ya no tomo.

Parecía sincero. De hecho, su rostro, antes hinchado por el alcohol, ahora se veía menos abogotado,

Hasta se notaba más despierto, más vivaz, más alegre,

Y bueno, no faltó quien le diera el beneficio de la duda, aunque con la condición de que platicara sus causas, una vez que nadie las adivinara.

De hecho, todos aventuraron una causa: que si la religión, que si una enfermedad, que si la crisis.

Nada de eso inhibió la sed del buen amigo Beto. Si no la frenaron en tres décadas, menos ahora.

Había una causa nueva, con efectos determinantes.

-Antes tomaba porque no tenía a nadie, y ahora tengo a alguien. Ya no tengo por qué beber.

A la vejez, viruela, ciertamente. Pero nunca se será viejo, cuando se tiene a alguien por quién volver a empezar.

 

Noviembre 21 de 2009

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