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Crónicas de la Nada

Un día, una vida

Un día, una vida

En 24 horas, se vive una vida completa.

Para otros, puede ser apenas un día, pero para él, nos contaba, fue como vivir esa novela de amor de 800 páginas que nunca escribió.

Cuando la vives, platicaba el viejo, sólo la escribes en tus recuerdos, para releerla una y otra vez en la soledad de la noche.

Narrador irredento, podía contar mil historias, algunas graciosas, otras trágicas, y algunas, increíbles, pero jamás esa odisea de pasión que lo envolvió por 24 horas y le hizo recordarla siempre, aunque nunca volvió a verla.

El nombre quedó en el anonimato, no en el olvido. Su cuerpo, quedó lejos, en otra ciudad, allende el mar, y su amor, en otros tiempos. En otro siglo, incluso.

Cada uno siguió su camino, la juventud quedó perdida entre el montón de fotos que guardaba, y donde nunca estuvo el de ella. Cuando le escribió para decirle adiós, también la borró, a fuego lento.

No sabía que el pasado nunca se va, sólo vuelve sobre sus pasos y se presenta en el futuro.

Perdió su huella, pero no su fragancia que aparecía en algunos rincones de la noche, sin importar quién estuviera con él. Y así, vio su rostro en el cuerpo de muchas.

Nunca volvió a ese lugar lejano. Nunca la volvió a ver. Nunca pudo acariciar de nuevo sus manos, mirarse en sus ojos, y escuchar su nombre escrito en su voz.

¿Por qué?- le pregunte una vez.

Por que la muerte siempre será eterna –me respondió- aunque tu vida haya sido intensa y completa en 24 horas.

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