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Crónicas de la Nada

La vecina

La vecina

Tenian años de vivir en la misma cuadra, pero fuera del saludo de rigor cuando se topaban en la calle, nunca convivían.

Una de ellas era algo arisca, pensaban las otras. Cuando se cruzaban en la calle, muchas veces ni las saludaba. Las otras tampoco.

Una vuelta del destino las reunió de pronto en el mismo cuarto, frente a otras personas.

Al principio se miraron con desconfianza, porque no sabían qué intenciones podrían tener las otras, ni qué podrían ir a contar por ahí.

Pero al paso de los días, varias reuniones después, descubrieron que eran agradables, que tenian un montón de cosas en común, aparte de la edad y los hijos, y que podían ser amigas. Se hicieron amigas.

Y empezaron las confidencias. Fue cuando una de ellas les contó de su operación, como un un mal cirujano le dejó un mal irreparable.

No veo a dos metros, la luz me molesta y me ciega.

Las otras comprendieron. Por eso cuando se topaban con ella, no las saludaba. Cómo, si ni las reconocía.

Entendieron que quizá la falta estaba en ellas. Si ella no saludaba, ellas tampoco. Y bien podian ser las primeras en hacerlo.

Una lección de vida: Qué fácil es hacer conclusiones.

Y que difícil es hacerlas bien.

Octubre 13 de 2009

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