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Crónicas de la Nada

Conmovida

Conmovida

Era una pequeña choza. Un cuarto de madera con mil hendiduras por donde entraba el frío del mediodía, el frío que apenas empezaba, y que esa noche,sería gélido como las montañas de hielo de la Antártida.

Todos íbamos a ver cómo le dejaban algunas despensas y muebles a la familia que la noche anterior se había quedado sin casa. Un incendio acabó con todo y los dejó donde mismo. Exactamente igual que como estaban, pero sin techo.

Si antes no tenían nada, ahora tampoco. Si antes sentían hambre, hoy también. Nunca tuvieron televisión, ni lavadora.

Estaban tan pobres como siempre, pero sin techo. Aunque con muchas esperanza, porque el político aquel y su esposa –por los que ni siquiera votaron- les llenaron de ilusiones: Les ayudarían a reconstruir, les conseguirían algunos muebles, le pondrían suelo de concreto a la casa.

Casi se sentían afortunados por haber sufrido aquel incendio.

La mujer, esposa del político, salió demudada. Le afectó ver como vivían. Para ella, acostumbrada a una casa grande, auto a la puerta, dinero sin economía, aquello era como el infierno. Peor, era la pobreza.

Si hubiera tenido los poderes de un genio, habría cambiado la vida de esa familia. Pero no lo tenía.

Sólo pudo salir de ahí conmovida. Nada más.

Enero 8 de 2010

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