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Crónicas de la Nada

El mensaje

El mensaje

Preocupado estaba Adán Pérez porque  en el Paraíso nada había de lujos para ofrecerle a Eva.

Su vida, desde la expulsión del otro paraíso había sido de trabajo duro, largas jornadas, privaciones, sufrimientos.

Lo único que lo sostenía es que cada noche, sin importar qué hubiera pasado, ahí estaba Ella.

A veces su carácter no era fácil. Algunas veces lo recibía con ceño adusto. También ella batallaba a lo largo del día, y tenía que trabajar mucho en casa.

No siempre estaba de mal humor, pero siempre estaba ahí. Eran el uno para el otro, aún con las desavenencias que a veces surgían.

Peleaban, pero la reconciliación era dulce como un caramelo.

Adán no sabía que regalarle a Eva para expresarle todo eso que él no podía expresar.

Quiso tomar la belleza del Arcoiris, pero no supo dibujarlo. La risa cantarina del arroyo, pero no pudo imitarla.

Intentó tomar la claridad del cielo, pero no halló donde atraparla.

Caminaba cabizbajo rumbo a casa, y una vocecilla lo atrajó.

Era una florecita simple, con pétalos púrpura, sencilla como una tarde de verano. Le pedía la llevará con él, quizá ella podría interpretar todo lo que él traía en sus sentimientos y no podía hilar en sus pensamientos.

Adán aceptó. Con mucho cuidado la cortó, buscó un poco de follaje para vestirla, y la llevó a Eva.

Ella lo vió llegar con la pequeña emisaria. Una sonrisa iluminó su rostro al recibirla.

No hubo necesidad de palabras. El mensaje estaba dado.

Enero 3 de 2010

 

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