La diferencia
La historia cuenta sólo de unos cuantos hijos de Adán y Eva.
Será que los demás no anduviron metidos en escándalos, y por eso nadie registró lo que hicioron.
Pero tuvieron muchos. Tantos como estrellas en el cielo, porque luego de ellos, todos son hijos de Adán y de Eva.Hijos e hijas, cuentan las crónicas.
Primero fueron varones, quien sabe si por suerte, o porque estaban destinados a andar en problemas.
Luego vinieron las mujeres. Ellas, o no se portaron mal, o supieron ser discretas. Esto último es más seguro.
Cuando ya andaban varias de ellas corriendo junto a sus hermanos, uno de éstos llegó hasta Adán, que ya por ese tiempo tenía una larga barba blanca, como un pergamino donde la vida había escrito muchas experiencias.
Aún estaba fuerte, por eso tenía hijos pequeños, pero el color de su pelo había desaparecido, y las arrugas adornaban su frente, sus mejillas y las comisuras de sus labios.
El niño se acercó, discreto, hacia su padre.
- Vengo del río, donde nos bañamos- dijo con voz queda.
Adán nada dijo, y permitió que el niño continuara cuando considerara conveniente.
-Nos bañamos todos sin ropa -susurró, seguro de que ese padre que ya parecía su abuelo, sería complice total.
Adán esperó con paciencia y sabiduría. Al niño no hay que forzarlo, porque termina uno como adulto entendiendo cosas que él pequeño ni quiere decir, ni piensa siquiera.
- Y vi que no somos iguales. ellas no tienen lo mismo.
Ahora si, Adán suspiró profundo.- Hijo, y ni te imaginas que tan diferentes somos...
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