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Crónicas de la Nada

El arca de Noé

El arca de Noé

Muchos años vivió Adán Pérez.

En ese tiempo, la gente vivía más porque había menos cosas que le causarán estrés, no habían descubierto el tabaco ni los accidentes automovilísticos, así que lo más común era morir de viejo.

Adán vivió muchos años y conoció mucha gente.

Noé era uno de sus amigos, cuando ya Adán era viejo.

Con la experiencia que le daban sus siglos de existencia, Adán le daba consejos a Noé.  Consejos que entonces no sabía le ayudarían mucho en su futuro.

Una tarde de abril, cuando el sol resplandecía, y no se veía una gota de lluvia, platicaban:

-          Uno nunca sabe qué va a pasar –dijo Adán- y no hay como estar preparado.

-          ¿Si no sabes, cómo te preparas?

-          Buena respuesta, dijo Adán, pero siempre hay manera.

Entonces le dijo:

-          Mira, la vida es como ir en un barco navegando por aguas que no terminan nunca. Haz de a cuenta un mar que se alimenta continuamente de las lluvias. A veces nunca deja de llover y parece que nunca saldrá el sol.

Pero saldrá, porque Dios no abandona, sólo hace como que se olvida de nosotros, pero ahí está siempre, viéndonos, poniéndonos a prueba. Lo primero que debes lograr, es no perder el barco, porque pierdes la vida.

No olvides que todos vamos en el mismo barco, cuídalo. Igual, planea con tiempo, no esperes a que llueva para construir un barco, y no te apures por las críticas. Nunca le darás gusto a todos. Tú sólo haz tu trabajo.

Haz ejercicio, porque ahora eres joven y eres fuerte, pero cuando tengas 60 años, o cien años, la fuerza no es la misma. Alimentala desde ahora ,pues no sabes qué te puede pedir Dios entonces. Quizá sea algo grande.

Noé escuchaba con atención. Era joven, pero era sabio y sabía que los viejos –al menos en ese tiempo-, eran más sabios.

Adán continuo, sin saber si Noé lo escuchaba.

-          Por si las dudas, haz tu casa en tierra alta, para que las aguas lleguen al último contigo. Viaja siempre en pareja, es menos aburrido, y no te apresures, que cuando uno lleva prisa, más vale despacio. Y verás que los caracoles llegarán igual que las liebres.

-          Descansa de cuando en cuando, que no todo en la vida es trabajo. Si te estresas, flota. Además, confía en Dios, porque si no sabes cómo construir un barco o una arca, tiempos vendrán en que habrá profesionales que los construirán tan grandes como una isla, y se hundirán con facilidad. Pero si Dios está contigo en tu barco, siempre flotará.

-          Y lo mejor –concluyó Adán- siempre tendrá un arcoíris para ti.

Enero 31 de 2010

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