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Crónicas de la Nada

Los payasos

Los payasos

Los buenos payasos se inspiran en los niños, porque estos son un surtidor de ideas, de risas espontáneas y de alegría.

No conozco niño triste, aunque debe haberlo. Aunque la vida los golpeé, aunque sufran hambre, maltrato, malos padres, pobreza, siempre tienen una sonrisa a flor de labios para ofrecer a los demás.

Y si tienen lo que necesitan, que casi siempre es poco, son felices. En los últimos tiempos, lo que necesitan se vuelve más caro, porque ahora piden juegos de video caros, de esos que cuestan muchas jornadas de trabajo. A menos que sea un papá rico.

Si lo tiene es feliz, si no lo tiene, le cambia el semblante unos minutos, y luego encuentra con qué ser feliz.

Y la risa, que siempre brota por todo. Me encanta cuando veo a los niños o niñas que no caminan. Saltan por donde van, alzando las rodillas con la pierna doblada, y con un salto muy peculiar. Parece que lo ensayaran, o ya lo traen integrado en el chip con que ahora nacen.

Y sus gracias. La del niño que toma impulso para lanzar un chicle tan lejos, que de su boca cae a sus pies. El del que dice la frase que delata al papá, o el de la ocurrencia.

La lógica aplastante de los niños es motivo de risa, porque nos pone en ridículo, y de ahí se nutren los chistes, y los payasos.

Cuando veo a un payaso trabajando, se me figura un niño grande, con la cara pintada. De niños, todos quisimos ser payasos.

Y los payasos, quisieran ser niños.

 

Noviembre 24 de 2009

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