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Crónicas de la Nada

Alice

Alice

La sorpresa es que Alice visita más seguido a su papá.

Se volvió a  casar y su nuevo marido sí la lleva a verlo.

¿Es más buena gente?, pregunto, enarbolando mi ignorancia de la vida y obra de otra gente.

No, me dice mamá, sólo que éste marido es más joven que el otro, y puede empujar su silla de ruedas.

Alice es joven, relativamente. Apenas arriba de los 40, pero una embolia la dejó baldada, con poco movimiento y atada a una silla de ruedas.

Aún así, se las ha arreglado para casarse dos o tres veces. Pero su otro marido tenía 80 años y no podía empujarla. Por eso no iba a ver a su padre.

Viuda del otro, ahora tiene un nuevo esposo. Lo conoció en el mismo asilo donde ella vive. Más joven que el otro, apenas 74 años.

Recuerdo a Alice muy joven, casi adolescente. No he vuelto a verla más que en fotografía y en las pláticas de sobremesa.

La imagino con su marido. El, gallardo septuagenario, empujando la silla donde ella, con su sonrisa eterna, nos susurra que el amor no está vedado a nadie.

Ni por la discapacidad, mucho menos por la edad.

 

Mayo 11 de 2009

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