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Crónicas de la Nada

Perra vida

Perra vida

Debe ser peor cuando uno no sale a pasear.

Pero eso de ir parado atrás, en la caja de una camioneta, viendo como en la cabina van los demás cómodamente sentados, hace pensar que las ganas eran muchas.

Si uno es perro, es más difícil sostenerse, porque ni hay dedos en las patas delanteras para asir cualquier hendidura en la carrocería, ni las patas traseras están hechas para ir de pie.

Las coyunturas deben doler.

El perro de la historia ni se apuraba. Iba agarrado literalmente hasta con los dientes ,de donde podía. Hasta del aire, pero se notaba que el paisaje era un disfrute para él.

Su dueño no se preocupaba por él, señal de que es común que así lo saque a pasear.

Pobre perro, dirán algunos. Perro aventurero, dirán otros. Perro viajero, pensaron otros.

Perro que vive, que se arriesga a hacer el ridículo, con tal de experimentar algo tan simple como ir viendo el paisaje y sentir el viento en el rostro, sobre el hocico y las orejas.

Perro que disfruta lo que tiene, poco o mucho, y no se pone a lamerse las heridas y lamentarse por la perra vida que le tocó vivir.

Noviembre 4 de 2009

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