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Crónicas de la Nada

Un año más

Un año más

Abrí los ojos y me sentí personaje de una de esas novela que acostumbro leer.

Con un año más de vida, metido en un cuarto de hotel del último rincón del mundo, perdido para toda señal telefónica.

Estiré la mano y palpé la suavidad de un cuerpo femenino.

Afuera se escuchaba el canto de un gallo, que anunciaba el amanecer, y un leve resplandor en el pedazo de cielo que se veía por la rendija que dejaba la cortina en la ventana, anunciaba el día nuevo.

Un año nuevo, en realidad. En el plano estrictamente personal, un año más que vivir, disfrutar, en parte como si fuera personaje de novela, en parte con mi personaje de la vida real del que no me puedo sustraer.

Un segundo gallo cantó, pero no adelantó en nada el amanecer.

Estiré los pies y me topé con la fría cabecera de latón. ¿Por qué harán tan pequeña las camas por acá?, pensé.

Luego recordé que en todos lados es igual. Las camas nunca estarán a la altura de las circunstancias.

Si fuera personaje de una de esas novelas que acostumbro leer, el despertar garantizaría una resaca terrible, y un nuevo problema que resolver.

Ni una cosa ni otra. Mi personaje está aislado de problemas. A mi lado duerme Ella. En mi día lo más difícil será decidir donde desayunar y qué.

Desaíro al tercer gallo que canta. La madrugada invita a dormir una hora más. Decido hacerlo. Ya habrá tiempo, en los próximos 365 días, de enfrentar el mundo.

Porque ahora, como siempre, elijo convertirme en el personaje de esa novela que voy escribiendo cada día, y que se llama, mi propia vida.

 

Octubre 19 de 2009

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