El Orgullo
Si la vida los tumba, el orgullo los levanta.
Viven en su mundo, donde ellos son perfectos, y donde tienen el toque de Midas para convertir en excelencia cualquier cosa que toquen.
Es su percepción muy personal, porque hacia afuera, todos los ven como engreídos. Y a veces como ineptos.
Tarde que temprano sus fallas son tantas y tan evidentes, que terminan por quitarlos del lugar que ocupan. Pero aunque caigan, el orgullo y su egocentrismo los levanta y los hace volar de nuevo.
Eso sí, los vuelve humildes provisionalmente. Se nota su caída próxima porque cambia la actitud. La prepotencia que los caracterizaba se vuelve amabilidad.
De pronto todo son sonrisas, ansia incontrolable de agradar a aquellos a quienes más agredía, y que generalmente son quienes menos pleitesía le rindieron durante su reinado.
Cierto, entre más alto vuelan, o creen que vuelan, duele más el golpe al llegar al suelo.
Pero el orgullo los levanta, los hace sacudirse el polvo, y en su candidez vuelven a creer que son los mesías de un nuevo proyecto.
Sepiembre 12 de 2009
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