Blogia
Crónicas de la Nada

El respeto a la vida

El respeto a la vida

El leopardo atacó sin misericordia, y el babuino cayó muerto ante sus garras y colmillos.

Un ataque fulminante, letal por necesidad.

El felino mostró los colmillos, afilados como dagas. Mortales como veneno. Así proclamó su superioridad sobre la otra especie. Sobre las otras especies.

Muerto el babuino, el leopardo arrastró el cuerpo a su cubil, para darse el banquete. No vió que aferrado a la pata de su presa, el cachorro de la víctima se negaba a soltar  su madre.

El leopardo lo descubrió. Se acercó a él mostrando los colmillos. Olfateó a la pequeña creatura  y la movió con el hocico.

Era tan frágil, tan vulnerable, que bastaba un simple mordisco para enviarla con su madre. El leopardo no dudó: abrió las fauces y rodeó el cuello del animalito.

El pequeño veía todo con ojos agrandados por el miedo instintivo.

Los mismos colmillos largos y filosos como dagas que habían matado a la madre, tomaron con delicadeza al pequeño mono. Lo levantó sin causarle el mínimo rasguñó, y se lo llevó hasta un árbol.

Unas hienas salieron de la espesura, pero el leopardo sólo tuvo que mostrar los colmillos. Los depredadores huyeron ante la fuerza.

El lente de la cámara siguió a los dos animales. El felino subió a un árbol con el babuino bebé, y lo acomodó en una rama gruesa. Este casi cae, pero se aferró a la corteza, y hubiera caído, pero la garra del leopardo lo impidió.

Acomodado el pequeño, el leopardo se acomodó frente a él y con sus colmillos lo tomó para acomodarlo entres sus patas. Así durmieron, el leopardo y el babuino, enemigos naturales por la ley de la selva, para darse calor mutuamente.

El pequeño no sobrevivió, sin embargo. El frío lo mató.

El felino respetó el cuerpecito de su amigo. Se llevó a la madre, porque era su presa, ganada en buena lid.

Al hijo lo dejó sobre el árbol. Ni los leopardos se comen a los amigos.

Se lo dejó a la selva sabia.

 

Octubre 10 de 2009.

0 comentarios