Su mundo
Los niños crecen y dejan de serlo.
Lo notamos cuando empiezan a exigir su espacio, así sea el que ocupa su cama. Sacan a flote su privacidad, y van creando un mundo propio, muy distinto al de los mayores, al de los papás, y a veces, al del resto de sus hermanos.
Luego, demandan su libertad. Su derecho a ir solos por el mundo, aunque éste se acabe a la vuelta de la esquina.
Ansían crecer y convencerse de que son autosuficientes. Al menos en su pensamiento.
Pero si ellos ansían vivir solos o viajar solos, la mamá opta por hacerlo con alguien. Se preocupa el día que tiene una cita y no hay quien la acompañe.
Es tan triste andar sola, dice. Son tan feas las calles cuando uno camina sin compañía.
Es el clamor por los hijos que comienzan a irse, a formar su propio mundo, ahora sí real, hasta dejar de ser satélites de los padres.
No preguntan ni se conduelen del dolor que implica esa separación permanente. Toman lo que sienten les pertenecen y comienzan a buscar el camino que mejor les acomoda.
No siempre será el mejor, y muchas veces tendrán que desandar lo andado para rectificar.
Así lo hicimos todos. Así lo harán sus hijos.
Enero 26 de
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