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Crónicas de la Nada

Los riesgos

Los riesgos

Al verlos con sus playeras de colores, sus mochilas casi vacías y sus 16 años a cuestas, a mitad de un crucero muy transitado, me doy cuenta que han crecido.

No alcanzan todavía las alturas que pueden lograr, aunque fisicamente ya dejaron abajo a más de dos de los tíos, dos abuelos y algunos primos que les llevaban ventaja en la edad.

Parados ahí, esperando una luz roja del semáforo, demuestra que pueden valerse por si mismos, que el mundo no les asusta y que su futuro lo ven promisorio, sin nubarrones.

No hay nada que les preocupe. Ni la falta de dinero, ni la pérdida de tiempo, ni las materias reprobadas, ni los pantalones rotos. Nada. Son felices porque no tienen preocupaciones.

Su mundo nos preocupa a nosotros, los mayores. Hay tantos riesgos que pueden enfrentar. Los malos están en todos lados y no siempre los saben reconocer.

Desde el amigo del barrio que se droga desde los 14 años, o el que les pide sacar una botella de whisky de las que están guardadas en la alacena.

O el que les reta a llevarse una chuchería del supermercado, por mera travesura.

Son muchos los riesgos, pero ellos no los saben.

Nos toca a los mayores preocuparnos por ellos.

 Septiembre 23 de 2009

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