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Crónicas de la Nada

La familia de nunca acabar

La familia de nunca acabar

Sólo en las bodas y en los velorios nos podemos juntar, dijeron algunos primos, mientras disfrutaban las enchiladas y los tamales que nadie supo quién llevó.

Se le cumplió el deseo. Una semana después, teníamos boda, y a la siguiente, el velorio.

En tres sesiones, fue como ponerse al corriente con todas. En una familia tan grande, con 12 hijos que tuvo el Abuelo, es dificil juntarlos a todos.

Por eso los primos nos vemos en capitulos, de unos pocos cada vez.

No importan las brechas generacionales, porque ya juntos lo mismo platica la que es abuela que la estudiante universitaria. Y está se mezcla con las sobrinas que tienen su misma edad. O son mayores.

Es tipico de las familias grandes. Conocer a toda la tercera generaciòn es complicado para quien no forma parte de ella.

Más difícil es conocer a la cuarta generación, con tantos hijos que tienen los primos. Un sólo tío presume que aporta 50 nietos. 50 sobrinos en segundo grado. Y me faltan los que aportan los otros 10 tíos.

Un día Maribel se puso a formar el árbol genealógico. Nunca pensó que sería como el sudario de Penelope, porque lo que ella compone a lo largo de los días, algunos primos lo descomponen por las noches, creando más sobrinos.

Creo que todavía lo anda actualizando.

En estas tres reuniones renuncié a conocerlos a todos. Mejor, al que se acerca, le pregunto ¿quién eres, y de quièn e res hijo?

Ya se el nombre de unos diez, y sé de quien son hijos otros 15 o 20. Cuántos me faltan, nunca lo sabré.

Tendríamos que casarnos todos, porque en los velorios nos los llevan.

Y sí, se siguen casando, por eso es un cuento de nunca acabar.

28 septiembre 2009

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