Los animales y Adán
Los animales idolatraban a Adán Pérez en el paraíso.
Aunque habían sido desalojados del Edén, por la desobediencia de Adán, encontraron que en el exilio podían divertirse, comer, beber y hasta convivir.
Lo malo fue cuando pasaron a otras generaciones. Se perdió la camaradería que tenía Adán con las primeras especies, y hombres y animales se fueron distanciando.
Después, los hijos de Adán fueron sometiendo a algunos animales, y otros, tuvieron que buscar sus propios espacios. Así se dividieron entre los que aceptaron la domesticación del hombre, y los salvajes, que huyeron para salvaguardar su libertad.
Abusaron los hijos de Adán en algunos casos. Persiguieron a los animales por simplezas como arrancarles colmillos y garras para ponerlos de adorno. A otros los hicieron trabajar como esclavos.
Así los hijos de Adán se sintieron dueños del mundo. Si él lo había sido por su inteligencia, los hijos deAdán lo fueron muchas veces por su maldad.
Pero todo se paga, y así, a lo largo de su vida, tuvieron que asumir el papel que Dios le había reservado sólo a los animales.
Los nuevos adanes trabajaron como burros, pelearon como tigres, se suicidaron como lémures.
Fueron astutos como serpientes, pero igual muchas veces se arrastraron como ellas.
Comieron como cerdos y fueron bobos como bueyes.
Sólo las hijas de Eva los redimieron. Lo compararon con lo mejor de cada animal. La bravura del león, la elegancia del cisne, el arrojo del águila.
Y hasta pudieron transformarlos, a lo largo de un día, en dos o tres especies distintas.
Los hicieron trabajar como asnos, les hicieron sentirse unas cucarachas, pero muchas veces, por las noches, los volvieron a la vida, al decirle: Vengase mi pichoncito.
Septiembre 20 de 2009
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