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Crónicas de la Nada

Los 3 de Emiliano

Los 3 de Emiliano

A diferencia de otros abuelos, yo no tengo el nieto perfecto.
El mío, Ángel Emiliano Zuñiga Gaytan es demasiado inquieto, gritón, desobediente a veces, terco otras, y le encanta cerrarme la puerta para que no entre a la casa.
Todo es juego para él, y termina por convencerme de que así debe ser la vida: juego y diversión.
Entonces, acepto que me lleve de la mano y me saque a la cochera, para cerrar la puerta y burlarse de mí.
No es fácil lidiar con él. Todos los días, al llegar a casa, tengo que preguntar por él, mientras él se esconde tras sus manos, y suelta sus risa burlona para avisarme que ahí anda, aunque no lo vea porque su imaginación lo hace invisible a mis ojos.
O debo exprimir la mía para encontrar lugares nuevos cuando me obliga a buscarlo por toda la casa, incluido el bote de la basura, el refrigerador y las cacerolas sobre la estufa, aun y cuando sepa que está bajo la mesa.
A veces, cuando las decisiones ajenas lo permiten, vamos al parque por las noches. Y mientras todos los niños obedecen cuando deben retirarse, Emiliano sigue y sigue sin cansarse. Nunca se quiere ir.
No es fácil lidiar con él. No tiene miedo a nada, ni respeto a mis rodillas crujientes. Tampoco se cansa de echar maromas colgado de mis cansados brazos, ni le importa si estoy dormido cuando sube a la cabecera de la cama para luego saltar encima de mí. 
Me obliga a boxear con él, aunque me noqueé cada dos minutos, y luego debo soportar sus patadas voladoras en mi pobre humanidad.
Un nieto así, no todos los tienen. A mí me tocó, y me alegro de ello.
Porque con sus locuras infantiles, me obliga a bajar hasta la infancia para alcanzarlo, y luego, cuando vuelvo al mundo de los adultos, siempre me estaciono en algún punto más joven de lo que al principio del juego estaba.
No sé que nos depare el destino, porque el futuro no nos pertenece. Sólo ese pasado que hoy completa tres años, y el cual la Vida -y la Vida es Dios- nos obligó a compartir a Emiliano y a mí, para construir un presente unificando nuestros mundos.
No sé cómo me vea Emiliano Zuñiga Gaytan , porque para él soy Paco. Supongo que me habla por mi nombre porque me ve más como amigo que como "abollo", lo cual espero sea un buen indicador.
Les cuento todo esto porque hoy Emiliano cumple 3 años. Y más que desearle felicidades, quiero decirle que mi compromiso es trabajar en su felicidad. Podré equivocarme, pero es mi premisa.
Felicidades, Emiliano, y recuerda que no podré estar contigo todos los días de tu vida, pero sí podré estar junto a tí todos los días de la mía.
Feliz tercer aniversario.

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