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Crónicas de la Nada

Viajar en camion

Viajar en camion

Viajar en camión urbano, al menos en mi ciudad, es toda una aventura.

O lo era, no sé si todavía. Hace tantos años que ese placer está vedado. La prisa de la vida diaria, que a veces hace que se nos olviden los días, o que se pierdan entre tanto trajinar, no permite darse el tiempo para viajar en camión.

Era una aventura diaria. Nunca sabías a quién te podías encontrar. En alguna parada subía un amigo que no veías en mucho tiempo, o veias un amor furtivo en cada chica guapa que subía, o de pronto te veias como héroe si un tipo malintencionado subía al camión.

Salvo lo primero, lo otro nunca sucedía. Pero era emocionante ir tejiendo historias con la gente que subía y viajaba. El hombre malencarado de sombrero enorme bien podría ser un pistolero de los de antes, venido a menos. La mujer madura, quizá era una heroína con el rostro ajado por el sufrimiento y el trabajo.

Tal vez junto a uno viajaba un millonario venido a menos, o un detectivo privado que seguía a alguien.

No todo era bonito. A veces tocaba ir de pie, junto a un trabajador peleado con el jabón que sin recato alguno levantaba su brazo frente a mi nariz.

O una señora de carnes bastantes pronunciadas que se sentia volkswagen y en realidad era un trailer de doble cabina y cabuz enorme.

Todo era aventura. Y debe seguir siendolo, pero se necesita tiempo para viajar en camión.

Curioso, el tiempo es infinito, pero la vida nos los quita con tanta actividad.

Habrá que pedir vacaciones para viajar, para viajar.

Sí, en camión todo el día.

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