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Crónicas de la Nada

Escribir

Escribir

Me reclama el Simson que ya no escribo.

Sí escribo, aunque nadie lo lea. O quién sabe.

Cada día de mi vida, desde hace muchos años, he escrito algo. A veces cosas profundas, llena de sentimiento, que dejan escapar un poco lo que uno lleva en el alma.

Otras, simples historias que vamos recolectando al vuelo por donde pasamos. La mayoría de las veces, la noticia que buscamos y encontramos en el devenir laboral.

Nunca dejo de escribir. No se los demás, pero yo no. Aún cuando no hay obligación, escribo unas líneas, y si no hay libreta y papel, que me pasa seguido, las escribo en la mente, con el riesgo de que se borren pronto.

No hay otra cosa que me guste más que hilar palabras, formar historias, crear mentiras que a veces se vuelven ciertas de verdaderas que parecen.

Porque cuando uno escribe, siempre se le pone algo de la cosecha propia. La anécdota se nutre con sazón propia. La historia de otros se conjuga con retazos de la propia, para hacerla presentable.

Si, sigo escribiendo, aunque el Simspon no lo lea. Incluso una Crónica de la Nada diaria.

Sólo que a veces el placer se va volviendo obligación y termina por esclavizarnos.

Entonces la actividad pierde la belleza de hacerla por gusto, por arte, por qué sí.

No es fácil comprenderlo, pero lo he logrado.

He vuelto.

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