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Crónicas de la Nada

Indiferencia

Indiferencia

No sé quien agitó la botella de refresco, o por qué se exasperó, pero al abrirla, surgió un surtidor que empapó todo a su alcance.

En medio de la oficina, junto a las computadoras, justo en el lugar donde está prohibido comer, lo primero era frenar ese chorro de espuma y líquido dulzón que escapaba por el pico de la botella.

Con una mano lo tape. Corrí hacia lugares más seguros, por si acaso insistía, y comprobé que todo estaba bajo control.

Lo que no había era orden. El teclado de la computadora se había anegado. El escritorio tenía un enorme charco. Papeles, aparatos, todo se mojó.

Recordé que el periódico tiene mil usos, por eso no va a desaparecer frente a la computadora y el internet. Conseguí unos y limpie todo. Las hojas de deportes absorbieron perfectamente el exceso de líquido, y las fotos delas artistas acabaron de limpiar.

Tranquilizado el espíritu y con el universo en orden, miré alrededor. El escándalo había pasado desapercibido. Nadie lo notó. Había treinta o cuarenta personas, y nadie supo.

Indiferencia total. Trabajo mecanizado. O como diría David Arnoldo no vemos más que lo que tenemos enfrente.

Todo en lo suyo.

Tristes robots.

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