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Crónicas de la Nada

Los zapatos

Los zapatos

En el principio, Eva y Adán Pérez andaban desnudos por Paraíso.

Era algo que a Adán no le disgustaba. Al contrario, era agradable sentir los rayos del sol en la piel, la brisa de las tardes acariciando su cuerpo.

Pero no se comparaba al placer de ver a Eva recorriendo el edén sin más ropa que su pelo largo sobre la espalda.

Era la vida que Adán le hubiera gustado elegir, si hubiera tenido la oportunidad de elegir.

El único detalle que le veía es que a veces las piedras se hendían en sus pies. Pero su inventiva salió a flote y creó los zapatos.

Fue difícil, sin herramienta ni material, pero hizo unos muy bonitos, diseño único, de madera y lianas.

Orgulloso de los mostró a Eva, y a ella le encantaron. Eran cómodos, prácticos y combinables con un chal de hojas de plátano que le gustaba usar por las tardes, cuando la brisa fresca le erizaba la piel.

Feliz, Adán se puso a pensar en más inventos.

Al otro día, Eva Pérez le dijo, compungida:

- Adán, no tengo zapatos.

¿Cómo?, pensó Adán, si los había hecho muy resistentes. Los de él estaban nuevos, sin raspones siquiera, y eso que era más descuidado que Eva.

- ¿Se rompieron, querida?

- Oh, no, están perfectos… pero ya no me combinan con mi nuevo traje.

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