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Crónicas de la Nada

Ella y Él

Ella y Él

El lugar rebosaba de jóvenes que protestaban contra algo.

La pareja destacaba porque para nada tenía el ímpetu juvenil de los demás.

Una chica saltaba sin cansancio, otras enarbolaban banderas y la movían de un lado a otro, en tanto que otros platicaban animosamente.

Nadie vio como los dos ancianos luchaban para abrirse paso entre la multitud. No había agresividad para ellos, sólo indiferencia.

La mujer, menuda, encorvada y con paso vacilante, como si dudara en seguir manteniéndose sobre sus piernas, llevaba de la mano al marido, un hombre que seguramente fue fuerte en su mocedad, pero ahora, aunque conservaba algo de vigor, portaba solamente oscuridad en sus ojos.

Uno a otro se llevaban de la mano. Ella, para guiarlo, y él, para sostenerla.

Cada uno, solo, difícilmente podría ir muy lejos, pero juntos hacían la fuerza que la juventud se había llevado.

Otros tiempos, cuando eran más jóvenes, seguramente se llevaron de la mano en los caminos del amor, para recorrer juntos los misterios de la vida y la muerte, porque el amor, en su máxima expresión, se parece mucho a la muerte. El éxtasis total.

Juntos recorrieron la larga rampa que los separaba del edificio. Nadie los vió, aunque pasaron en medio de todos.

Eran dos fantasmas seniles que sólo se tienen uno a otro. Ella es los ojos de él. Él, es la fuerza de ella.

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