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Crónicas de la Nada

La Manzana de Eva

La Manzana de Eva

Fueron expulsados Eva y Adán del Paraíso, y desde entonces tuvieron que vivir como cualquier hijo de vecino.

Hasta entonces habían vivido como diputado, como burócrata, como hijos de rico. Sin trabajar, sin preocuparse por lo que habrían de comer o vestir al dia siguiente. Su vida era despreocupación total.

Perdieron sus privilegios y hubo que trabajar. Adán sacando el alimento de la tierra, abonandolo con su sudor y esfuerzo.

A Eva le fue peor, porque se quedó con el trabajo de la casa. Y nada más para empezar, porque luego llegaron los hijos, las hijas, y el trabajo aumentó.

Aún aí le fue bien. Las hijas de Eva heredaron ese trabajo, y algunas hasta tuvieron que mantener a los hijos de Adán.

Todo eso no lo sabian Adan y Eva Pérez cuando fueron expulsados del primer paraiso.

Caminaron sin rumbo, al fin que nada conocían, y fueron descubriendo nuevos mundos. Todos cercanos, pero nuevos al fin.

Adán caminaba pensativo, tratando de descifrar el misterio de lo que había pasado, descubrir qué había enojado tanto al Señor como para que los corriera de casa.

Habían desobedecido, comido el fruto del Árbol del Bien y del Mal, pero no era nada extraordinario. Un fruto comun y corriente.

Eva, en cambio, no dejaba de llorar, en silencio, pero con unos suspiros quedos,  que llegaban muy lejos.

Tan lejos que hasta el Señor se conmovía al escucharlos, y se llenaba de compasión, pero no podía trastocar el orden de las cosa que Él mismo habia diseñado.

Juntos, solos como nunca, Adán y Eva se sentaron en un tronco caído que habia al lado de un sendero. Estaba tan bien colocado, que no dudaron que la mano de Alguien lo había colocado expresamente ahi.

- Puros chismes -dijo al fin Eva.

Adàn se sorprendio.

- Sí, nos expulsaron por puros chismes de la Serpiente.

Ignoraba Eva que la Serpiente también era ya una exiliada, que se arrastraba por la tierra.

- ¿Cuáles chismes, Eva?- inquirió Adán, que sabia que sí habían desobedecido.

Eva abrió sus ojos, embellecidos por las lágrimas, y miró a Adán desde la sombre de sus pestañas.

- Los chismes de que comimos del Árbol.

- Pero... Sí comimos- dijo Adán.

- Ah, sí, Adán... Pero no era manzana....

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