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Crónicas de la Nada

Olvido generacional

Olvido generacional

En sus mocedades era tremenda.

Apenas con doce años se escapaba a despoblado, con sus amigos, en vez de ir a la escuela.

Por las noches, se perdía y traía con el alma en vilo a su mamá, buscándola por todas partes.

Era rebelde, caprichosa. Pedía libertad, y si no se la daban se la tomaba por su cuenta y riesgo.

Creció y todo eso se le olvidó. Sus hazañas, que tantos dolores de cabeza causaron a propios y extraños, se quedaron en un rincón donde no llega el recuerdo.

Se le borró el casete, como decían ella cuando era jovencita. Ahora, los discos compactos no se borran.

Pero ella no es de esta época. Si lo fuera, no se le hubiera borrado todo lo que vivió en el viaje a su adultez.

No le extrañaría que ahora sus hijas busquen un poco de libertad. Sólo un poco, la necesaria para platicar con un muchacho que le agrada.

Se le borró el casete, por eso se escandaliza por lo que hacen.

Al fin que ellas, las hijas, no conocen su historia.

 

Febrero 28 de 2009

 

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