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Crónicas de la Nada

El frío de Eva

El frío de Eva

Sentados en la terraza natural que daba la montaña, Eva Pérez y Adán Pérez disfrutaban la puesta de sol que la Naturaleza les regalaba.

Era hermosa la combinación de colores que Natura pintaba en el lienzo del atardecer. Tonos rojizos, azules, amarrillos, sabiamente combinados. Todo perfecto

Eva y Adán lo miraban arrobados, tomados de las manos.

El sol fue ocultándose tras la montaña, y una tenue penumbra asaltó el panorama. Al otro lado del cielo, una tímida luna llena asomó su cabellera inexistente, bostezando.

Una brisa suave envolvió a la pareja.

- Qué frío hace –dijo Eva.

Adán, caballeroso, la cubrió un manto de flores que la hizo ver hermosa, sólo para él, porque ningún espejo habría por el paraje.

Eva insistió:

- Hace frío.

Adán se quedó desconcertado. Él no sentía frío, sino un calorcillo agradable.

Serpiente, que en todo está, menos en Misa, se le acercó y le dijo al oído:

- Adán, que no sabes que cuando la mujer dice tener frío, es porque quiere que la abracen.

Adán comprendió. Y así nacieron Abel y Caín

4 diciembre 2008

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