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Crónicas de la Nada

Simplemente vivir

Simplemente vivir

 

Alguna vez, domingo en la mañana, me encontré ante el dominical dilema de seguir dormido o levantarme.

Este cuerpo que me tocó es muy puntual. Si lo acostumbras a despertar a las cinco de la mañana, lo hará aun cuando quieres que siga dormido. Pero era domingo, día de descanso para la mayoría de los mortales.

Dormir es delicioso, pensé. Es lo que hace todo el mundo los domingos, dormir hasta tarde, y luego levantarse a hacer nada.

Cómo me encantaría tener dos domingos a la semana, pero es imposible, supongo. Pero si la Vida –y la Vida es Dios- me regalará el tiempo de un día completo ¿qué haría?

La lista de posibilidades es infinita, pensé.

Quizá no pueda tener dos domingos, pero sí hacer más largo el domingo. Levantarse temprano permite disfrutar con calma una deliciosa taza de café mientras esperamos que salga el sol. Puedo ver una película, leer un libro.

Hasta el diario ritual del baño puede convertirse en un deleite si lo haces con calma.

Si cada día dormimos una hora menos, a la semana tendremos 7 horas extras. Al mes serían 30, es decir el tiempo de un día completo y la cuarta parte de otro. En un año, serían 365 horas, equivalentes a 15 días completitos, incluidas sus noches.

¡Cuántas cosas podría hacer con ese tiempo! Leer un sinfín de historias, aprender un idioma, hacer suficiente ejercicio como para recuperar la condición física ideal, y con ello recuperar algo de juventud mental y física.

Vale la pena, sin duda, porque la Vida se compone de pequeños detalles cotidianos que juntos forman eso a lo que llamamos felicidad, y dormidos no lo vivimos porque los sueños, aunque sean dulces y agradables, terminan al despertar. Siempre es mejor una realidad imperfecta que una ilusión perfecta. Y esa se logra despierto, conviviendo con uno mismo para encontrar la paz que permite convivir en plenitud cada segundo que pasas con la gente que amas cuando esté junto a ti.

El tiempo no se detiene y la arena del olvido lo cubre cada día. Tal vez no podré vivir más años de los que marcan las hojas de mi calendario. Pero la intensidad que le dé, los detalles disfrutados, los momentos que se graben en mis recuerdos, permitirá que al final camino pueda decir que he vivido.

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