La vida estaba ahí

Cuando desperté, la Vida todavía estaba allí.
Me vio, pero arremolinó su vista en otros menesteres, fingió perderse en la distancia y actuó como si yo no existiera.
Su sonrisa la delató, porque me llegó de rebote y la sentí tan cálida y amorosa como siempre, como cuando hacía todo lo posible por hacerme feliz.
La Vida seguía ahí, como cada día, con sus regalos: el Amor aún intacto, la salud todavía vigente, el bienestar siempre in crescendo, y los seres queridos, quizá ahora algunos lejos, pero tan presentes como estaban la noche anterior cuando apague la luz en el reloj de la Existencia para pasar al voluble y delatador mundo de los sueños.
Cuando desperté la Vida todavía estaba ahí, y agradecido, la abrace con mi alegría.
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