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Crónicas de la Nada

El Cinco

El Cinco

Tengo tantos primos que podría escribir mil sagas con sus historias. Alguna vez me percaté con sorpresa que cualquier anécdota que me contaran, también había ocurrido en la familia.


Juan y Sara tuvieron 12 hijos en un orden perfecto. Primero seis varones, después seis mujeres, y entre todos ellos les dieron 70 nietos, incluido yo.

Y en el lado paterno, es otra historia, porque Eustolia y Porfirio, cada uno con un matrimonio previo, crearon sin saber una saga donde los Cien Años de Soledad se quedan cortos. 

En total, 46 primos más los cinco hijos de don Pancho, que por cierto, fue el Benjamín de la familia. Gracias a eso, contaba Papá, aunque su hermana Lupe se casó con su Primo Antonio, ellos no eran parientes entre si. Todo un  galimatías generacional.

También por eso tengo primas con la edad suficiente para ser mis abuelas, como la prima  Nacha, y desde mis tiernas mocedades, algunos sobrinos nietos que me llevan varios años en edad.

El caso es que nunca supe cómo Chayito podía acordarse de los cumpleaños de los 111 sobrinos, y luego de la mayoría de los hijos de los sobrinos. Con el tiempo descubrí que esa es una virtud eminentemente femenina.

Yo sólo me sé el cumpleaños de José Alfredo, hijo de la prima mayor de los Esquivel, María  de Jesús. 

Lo curioso es que muchos primos no saben ni cómo se llama. Y es que José Alfredo fue el hijo número cinco de mi prima, y se le ocurrió nacer -así me lo contaron- a las cinco horas del día cinco, del mes cinco, del año setenta y cinco.

Su abuelo, mi tío José, tan respetuoso que a todos sus sobrinos y nietos nos hablaba de usted, pero tan irreverente y alegre que a todos les ponía apodos, no tuvo problemas para hallarle el más adecuado al entonces nuevo nieto: El Cinco.

Y así se sigue llamando a sus 43 años que cumple hoy. 





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