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Crónicas de la Nada

Refacciones

Refacciones

Un simple cambio de amortiguadores y el auto dejó de temblar.

No salió tan barato, porque cada vez que le cambiamos algo, los mecánicos parece que nos quisieran vender de nuevo el coche. Que no entienden que si seguimos con el mismo es porque no tenemos dinero para comprar uno nuevo.

Y a veces ni para arreglarlo, pero no hay remedio. Sale más caro dejarlo así, y luego un día quedarse tirado por alguna calle perdida de Dios, pagar grúa, pagar el doble por la reparación y aparte, quedarse a pie.

Hace tanto tiempo que hay un auto en mi vida, que se perdió la costumbre de andar en camión. Hay un metro en mi ciudad, pero como parte de un lugar donde no vivo, a un lugar donde tampoco vivo ni trabajo, de nada me sirve.

Quizá algún día, cuando pase cerca de casa, decida dejar el auto y volver a mis tiempos de transporte público. Libro incluido, claro.

Por lo pronto, ahorro para reparar el coche. Un cambio de aceite y la máquina volvió a rugir. Unos amortiguadores nuevos y el coche volvió a su estabilidad. Quedó como nuevo.

Ojalá algún día podamos decir lo mismo con nuestros cuerpos. Unas rodillas nuevas, un par de riñones de segunda mano, y volvimos a ser jóvenes  como antes.

Tal vez un día. Por ahora, no queda más que aguantarnos y morirnos.

 

Septiembre 8 de 2009

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