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Crónicas de la Nada

Mi fortuna

Mi fortuna

Sí, soy afortunado. No lo niego, pero tampoco creo que se deba presumir.

La Vida –y la Vida es Dios- me ha dado un poco de todo, me permitió y permite sentir todas las clases de amor que un hombre debe tener en su existencia, e ir descubriendo otras nuevas, que llegan en los brazos y las risas de esas creaturitas que traen en sus manos el futuro, aunque ahora parece que su única función en el mundo es tirar las cosas al suelo.

He amado, me han amado. Amo y me aman, porque la Vida me ha permitido conservar cada uno de esos amores.

A lo largo del he conocido gente de todo tipo, pero principalmente gente buena, valiosa, deliciosa en su trato. Quienes han compartido conmigo en algún momento esa vereda incierta que es la vida, se han ido con buenos recuerdos, y eso significa amistades largas, aunque los caminos ya no se crucen.

En general la Vida me ha sonreído, aunque también me ha concedido conocer el dolor, y eso me ayudó a valorar más lo que tengo y me queda.

A pesar de esto, siento que han sido más las bendiciones, pues me dio muchas vivencias que otras personas nunca tendrán, o quizá una percepción distinta para darle valor a lo que para otros es cotidiano o  una bagatela trivial.

Eso me ha permitido tener la fe en un nuevo amanecer, siempre.

Sí, soy afortunado, pero poco lo digo, porque hay gente que no tiene esa fortuna, y puede sentirse mal. O quizá la tiene, pero no sabe verla.

No lo niego, soy afortunado, pero tampoco me gusta presumirlo.

O quizá, como me dice un amigo: Lo que tienes es que te dejas caer, para que los demás te levanten.

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