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Crónicas de la Nada

Una mota de polvo

Una mota de polvo

Hago un recuento por las noches, a toro pasado, y otro por las mañanas, previendo el día. En la mañana planeo lo que voy a hacer, y por la noche lo que no hice.
A veces el día es intenso. O casi siempre. Nunca acaban las tareas, los compromisos, los pendientes, y no siempre salen las cosas como debieran. 
Me pregunto si esa intensidad no es más que un afán de perderme en una vorágine que me ciegue para no ver que la vida se va, y que no siempre la aprovechamos. Como sí nos engañáramos para creernos útiles, y sentir que vivimos de manera inmensa e intensa, cuando sólo somos una cadena de actividades, una tras otra hasta gastar el tiempo y llegar al aburrimiento.
Puede ser, pero también caigo en la cuenta que la vida es así: un mar que pasa por una red enorme,  Con toda su inmensidad y toda su fuerza. Un océano que la cruza y donde el agua se va irremediablemente, y sólo deja unas gotas extraviadas entre los hilos, algún pez que no sirve para completar una cena suficientemente sustantiva, y plancton.
Plancton que no se ve, pero nutre. Por algo es el alimento de la más grande de las criaturas que ha conocido el hombre.
Entonces, lo insignificante puede ser lo realmente sustancioso. Lo visible, lo ruidoso, lo escandaloso, sólo es oropel en muchas ocasiones. 
Son los detalles que no tomamos en cuenta los que forman esa red indestructible que se llama existencia. Tan sólida, que cuando muta en recuerdos se vuelve indisoluble.
Habrá quien cambie el mundo de manera visible. Otros, solo somos una invisible mota de polvo en la inmensidad del Universo. Quizá nadie nos vea. 
Pero de cuando en cuando, podemos causarle un estornudo que inspire a los que mueven el mundo.


1 comentario

Emily -

La mínima unidad en el tiempo, pero en el tren de la vida, es tan inmeso e intenso el traslado y no sabemos cuántas cosas pueden pasar en tan poco tiempo.