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Crónicas de la Nada

Satisfacción

Satisfacción

La respuesta de Edgar es rápida cuando le preguntamos qué necesita: Nada, estoy bien.

Si no conociera su historia podría creerlo. Pero Edgar es un sobreviviente a sus 16 años.

Apenas ve las imágenes de lo que pasa a su alrededor, pero tiene una visión del futuro plena y tan clara como un cielo sin nubes.

Hace unos años era un cadáver viviente, y hoy, hasta novia tiene. Es invidente, pero sabe que él puede guiarla.

Edgar era un jovencito brillante, pero un giro del destino cambió su vida cuando por equivocación bebió un veneno que lo tuvo en estado de coma por muchos días. Salir de ese estado fue como salir de un cascarón y literalmente un nuevo nacimiento. Tuvo que aprender a hablar, a comer, a caminar, a vivir.

Para alguien que no tiene recursos económicos y para quien su única familia es una madre que lucha por él, no debe ser fácil. Salvo que sea un guerrero natural, como lo es Edgar.

Ahora estudia en una universidad para jóvenes de escasos recursos, donde gracias a la perseverancia no tiene que pagar. Se gana su beca con el mismo estudio.

Y aunque su casa es modesta, y no hay más que lo necesario, no necesita nada. Prefiere canalizar la ayuda a otra familia, que él considera sí necesita.

Tal vez Edgar tiene razón, porque desde su perspectiva de vida, no necesita nada. Tiene lo ideal: una vida que ya había perdido. Una visión reducida que lo impulsa a ver más detenidamente cada imagen que pasa  frente a él, y le permite disfrutar a detalle lo que otros sólo dejamos pasar.

Tiene una madre que vale por una familia. Una maestra que se preocupa por él, amigos que lo acompañan en su lucha.

Tiene lo necesario: Un mundo por conquistar y la fuerza para hacerlo.

1 comentario

Emily -

Una historia conmovedora.
Ejemplo de vida, sin duda.

GRACIAS
por compartirla.