Blogia
Crónicas de la Nada

Emiliano

Emiliano

Nada queda en ti de ese bebé frágil que llegó al mundo hace 365 días.
Sólo esos ojos inquietos que siguen buscando por todos lados el secreto de la verdad absoluta.
Te recuerdo en tu primer día, con apenas poco más de dos kilos en tu frágil cuerpo, luchando por salir adelante en un mundo que todavía no te esperaba. Pero tú, travieso y curioso como siempre, te adelantaste.
Eras tan vulnerable en apariencia, pero yo sabía que debía tratarte con respeto, porque eras un guerrero que nos enseñó que no hay Goliath a quien un David decidido no pueda vencer. Y tú lo hiciste.
Ahora eres un bebé enorme, lleno de una vitalidad que no acaba en todo el día, y es capaz de cansar a tres generaciones. Desde abuelos, hasta tu mamá, los tíos y los primos.
Un primer año que nos llena de alegría porque estás en nuestra vida, y aunque a veces te gusta echarla al suelo, la recogemos con gusto para seguir jugando a tu lado.
Hemos vivido ya muchas cosas juntos, hijo de mi hijo. Hemos jugado, viajado, platicado, y reído en sincronía. 
De tu mano, he vuelto a aprender ciertas verdades de la vida que estaban empolvadas en mi memoria. Tú das los primeros pasos, y yo te sigo, sorprendido de la decisión con que enfrentas tus retos.
La vida no te ha tratado bien, pero tú no lo sabes aún. Y que bueno, porque puede verter por tí esas lágrimas que el dolor arranca de cuando en cuando, y enfrentar solo la realidad de la pérdida del eslabón generacional que nos unía a tí a mí, hasta entenderla para poder explicarte lo inexplicable cuando un día preguntes por qué tu Papá no esta.
Un año no es nada. Pero para tí es una vida entera, es tu vida completa. Tendrías que dar cincuenta vueltas para alcanzarme. Aunque tu paso es mucho más rápido, al paso de los años el mío seguramente se hará más lento, hasta que un día me sorprenda caminando al mismo ritmo que tú.
Espero vivir para verlo y acompañarte. Festejar contigo muchos años más y verte crecer, andar en bicicleta, correr tras una pelota, escribir tu primeras letras, escuchar tus historias, mirarte salir en pos de una bella sonrisa, y mirarte en la cima de tus deseos y tus metas. Verte crecer, para que al final del camino, poder contarle a tu padre todas esas anécdotas y triunfos tuyos que lo llenen de orgullo por ese hijo que no pudo ver crecer.
Pero aquí estoy yo, y pondré mi parte para hacer lo posible e imposible para que tu tengas una vida feliz.
Felicidades, Hijo de mi Hijo, por este primer año.
Y te reitero, que mi mundo es tuyo.

0 comentarios