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Crónicas de la Nada

El dolor

El dolor

La noche estaba avanzada, y las primeras estrellas de la tarde iban ya muy lejos, tras las montañas.

La alegría seguía insomne entre el grupo, que entre bohemia, platicas, algunas historias inverosímiles pero divertidas, mantenía la reunión, esperando que la madrugada comenzará a tender su manto de rocío.

Las pláticas iban y venían, y el alcohol se negaba también a ir a dormir. Seguía como compañero de andanzas nocturnas, aunque el mayor recorrido apenas era de unos metros para alcanzar la hielera donde la cerveza reposaba en su tumba de hielo.

La plática derivó a mil temas, y las botellas fueron vaciándose para dejar su lugar a otro.

La música lejana, suave, con historias de amor incomprendido, noches felices y sueños compartidos iba reposando suave en los corazones. Los mismos versos contaban diferente historia a quienes la escuchaban.

Una botella de whisky fue a dormir el sueño eterno al cementerio improvisado en un bote de basura. Otra de vodka dejó su espíritu etílico en el aliento de quienes la bebieron.

Sólo quedaba el tequila. Bravío con sus 42 grados de alcohol.

Uno de los amigos levantó la botella. Pero no todos aceptaron.

-          ¿Saben ustedes si hay algo más fuerte que el tequila?

La pregunta fue para todos, que bien habían soportado la desvelada, la noche y las copas. El fantasma de una borrachera flotaba en el interior de la botella, como el genio del cuento, que no cumpliría deseos, sino que despertaría sentimientos, alegrías o simplemente acabaría con ellos.

-¿Qué es más fuerte que el tequila?- repitió, con el mero ánimo de seguir viviendo la noche, aunque no hubiera respuesta consensuada.

Cada uno dijo una bebida que se le ocurrió. Quizá el sake japonés, o el vodka ruso, o el alcohol que hacen en La Chona, Aramberri Nuevo León. La que se le ocurrió o la que le causó la mayor resaca de su historia

Agotados las posibilidades, una voz se alzó segura.

-          ¿Saben que es más fuerte que el tequila? –respiró hondo y prosiguió- . El dolor, porque nada lo mata.

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