Blogia
Crónicas de la Nada

Siempre iguales

Siempre iguales

No sabían ni siquiera prender el carbón, mucho menos cuanto tiempo dejar la carne sobre las brasas.

Las mesas las colocaron en el lugar que más estorbaban dentro del reducido espacio.

Dieron mil vueltas por todo lo que se les olvidó

Y hasta se fueron solos en la camioneta con Paco como un chofer, que por primera vez en su vida conducía sin la supervisión del papá o la mamá.

 Pero no quisieron a ningún adulto en su fiesta, reunión de amigos de la preparatoria. Era sólo para adolescentes que jugaban a ser mayores, a ser hombres y mujeres.

Desde lejos los vimos, porque tampoco es cosa de dejarlos solos. Pero a estas alturas de su vida, es simplemente verlos, identificar los puntos malos, y guiarlos suavemente hacia  afuera de ellos.

Nada de confrontaciones estériles. Era su fiesta, y merecían gozarla. Ya vendrían las recomendaciones después.

La pasaron bien, ni duda cabe. Lograron sobrevivir a sus expectativas y aprendieron algo. Porque así es la universidad de la vida, donde cada día es una clase distinta con examen incluido. Y en muchas materias no hay segunda oportunidad.

En esta sí la habrá, pese al enojo de la mamá que con su mirada experta identificó rápidamente las travesuras de los muchachos.

No son santos, pero tampoco son malos.

Simplemente son muchachos, iguales a los de hace 50 o 30 años. Con las mismas inquietudes de los de hace veinte años.

Es decir, igual a como éramos nosotros a su edad.

 

 

0 comentarios