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Crónicas de la Nada

Simplemente amigos

Simplemente amigos

Los amigos siempre están ahí, al alcance de una plática informal, de una invitación para tomarse una cerveza o un café, y tan dispuestos como Sancho Panza a enfrentar cualquier gigante imaginario.

Son de carne y hueso, de arterias, de sentimientos, de odios a veces, y generalmente tras la tempestad llega la calma y seguimos tan iguales.

No hay rencores, no hay resabios.

Algunos son más frecuentes, otros no, pero siempre están ahí. Algunos casi viven con nosotros, otros sólo aparecen al voltear ciertas esquinas.

Pero siempre están ahí.

No los vemos como algo especial, hasta que algo especial sucede.

Mientras escucho los nombres de quienes reciben reconocimiento por su trabajo profesional, o por su trayectoria, pienso que he trabajado con la mayoría. Y he convivido con todos. Han sido amigos por diez, por veinte, quizá por treinta años.

Con algunos alcanzamos a compartir locuras juveniles, con otros, sólo aspiraciones profesionales, y con la mayoría, compartimos la redacción, que para un periodista, significa compartir la vida.

Ahora escucho que uno se ha convertido en impulsor de la literatura local. Otro es maestro de periodistas. Uno más, sigue innovando con su entusiasmo.

Nunca los había visto con ese perfil. Siempre supe que uno editaba libros, que otro daba clases, y que el otro, con la inquietud que dan las 15 primaveras repetidas cuatro veces, siempre anda inventando nuevos métodos.

Los veía simples, porque son amigos.

La gente los ve de otra manera. Yo lo seguiré viendo igual, porque entre iguales, siempre es posible compartir algo más que una buena plática.

Y como amigos, podemos seguir compartiendo retazos de vida.

 

 

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