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Crónicas de la Nada

La caridad está en chino

La caridad está en chino

Una mañana soleada, insólita en el enero que apenas balbuceaba su primer día.

La ciudad se veía vacía, salvo por algunos desafortunados a quienes la fortuna no les sonreía, y la necesidad los empujaba a salir a trabajar mientras los demás dormían la resaca del año  viejo, o celebraban aún la llegada del nuevo.

Entre esos estábamos nosotros, pero con la ventaja de disfrutar la ciudad como pocas veces se puede. Cuando sus calles están vacías, nadie las goza porque precisamente están solas debido a que todos están en casa, o paseando en los mismos lugares.

La basura, papeles vagabundos, rodaba por el asfalto, y los únicos personajes eran los vagabundos que buscaban su festín de Año Nuevo entre los botes de basura.

Éramos tan pocos que al paso de nuestro auto, la gente nos saludaba con esa expresión de quien camina por lugar desconocido y de pronto ve un rostro, y apela a la familiaridad humana, para no sentirse solo en el mundo.

Así recorrimos toda la ciudad, buscando historias. Ya avanzada la mañana, vimos una pequeña camioneta que circulaba delante de nosotros. Una de sus llantas se balanceaba como si fuera a desprenderse con vida propia.

Poncho, camarógrafo, lo advierte, y en el primer semáforo en rojo toma el carril de la derecha.

-          Le voy a decir que su llanta está mal, hay que empezar el año con buenas acciones- dice, mientras detiene el auto a la altura donde, espera, el otro se detendrá.

Así pasa. Por la ventanilla asoma un joven, casi adolescente. Sus ojos rasgados y su piel pálida denuncian su origen.

Poncho baja el vidrio de la ventanilla para decirle que su llanta puede zafarse en cualquier momento. El otro pone una cara de desconcierto. No entinde.

-English? – responde.

No habla español. Y el inglés lo champurrea, nada más. Y nosotros no hablamos chino, y el inglés se diluye en nuestros labios.

-La llanta, the Wheel, es todo lo que atinamos a decir.

Sus ojos  rasgados no logran abrirse. Su boca forma una interrogante. Su mirada vuelve al frente. No sabe si lo insultamos, si le pedimos algo, si sólo lo saludamos.

El coche arranca, y con él nuestra oportunidad de hacer una buena acción.

Definitivamente , a veces, hacer obras buenas, está en chino.

Enero 1 de 2011

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