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Crónicas de la Nada

Compañero

Compañero

El famoso termo verde se fue de parranda durante el fin de semana.

No sé dónde se quedó, pero decidió no llegar a casa.

No es la primera vez que se pierde, y siempre vuelve. Es tan conocido, que donde quiera que se quede, lo devuelven. por si acaso no quiere regresar.

Un termo pequeño, taza grande, roja y con el nombre de un periódico en el costado, entra de sustituto.

Pero ninguno es como el termo verde. Ninguno ha enfrentado aventuras, viajes, olvidos,.

Ninguno tiene impregnado el bouquet del café mañanero como él. Mientras voy en el auto intento dar un sorbo al café, pero algo lo impide. Está atorado en el compartimiento, que está hecho exactamente al tamaño del otro, no al de él.

Además, está cerrado. No logro abrirlo antes de que cambie el semáforo, y el ansia de cafeína se queda en el paladar.

La siguiente vez, a una mano, lo tomó pero no se abre. algo está mal en su tapa giratoria.

Unas gotas escapan y puedo probarlo, pero le falta sabor. Ser melindroso no es mi estilo. Igual lo beberé completo, aunque sea en gotas.

Sólo al final del viaje logró arreglar la tapa, y el café fluye, libre, para ser bebido. Perdió temperatura. En fin, no se salvará.

Extraño el termo verde, compañero de mil días.

Pero se fue, libre. Veremos ahora si realmente es mío.

Lo deje ir, si vuelve es mío.

Si no vuelve, seguramente terminará en un bote de basura o rodando por las calles.

Quien lo encuentre seguramente lo verá como basura.

Yo lo veo como compañero, como amigo.

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